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Con filo propio: Cuando pensar es un acto de resistencia.

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🔪 La historia de Ameyalli. En este relato de Píldoras para Soñar , conocemos a Ameyalli , una artesana mexica que no tenía permiso para pensar ni crear. Lo que sí tenía eran manos hábiles, ideas propias y una fuerza interior a toda prueba. Quería mejorar lo que para otros era intocable y sagrado. Su propuesta no solo buscaba eficiencia: cuestionaba jerarquías, roles de género y el miedo al cambio. Hoy, como en aquella época prehispánica —que nos parece lejana pero no lo es tanto en cuestión de prejuicios—, muchas buenas ideas siguen siendo desechadas por venir de alguien que “no debería”: mujeres, disidentes, jóvenes, migrantes, voces incómodas. Se les exige obediencia, no creatividad. ¿Qué pasa con la innovación cuando incomoda? ¿Cuántas Ameyallis son silenciadas antes de que sus ideas lleguen al mercado? ¿Cuántas de esas ideas son apropiadas por hombres? ¿Cuántas veces la tradición se convierte en estancamiento? ¿Cuántas veces el miedo al ...

La Prisa.

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Ese vértigo disfrazado de eficiencia. Correr porque no hay que perder tiempo . Llegar. Lograr. Optimizar. Como si vivir fuera una carrera contra un cronómetro invisible. Este mundo moderno nos impone un ritmo que no es humano. Y nosotros, seducidos por su canto de sirena, nos saboteamos la vida. Hoy me contaron de una mujer que, al no poder enhebrar la aguja de su máquina de coser, terminó en urgencias . No por la aguja, sino por el hilo invisible de la impaciencia que la ahorcaba. Un plácido momento de costura se convirtió en crisis. El costo de la falta de paciencia. ¿Cuándo fue la última vez que saboreaste un café sin mirar el reloj? ¿Que escuchaste a tu familia sin pensar en lo siguiente? ¿Que respiraste sin culpa, sin prisa, sin productividad ? ¿Qué no hiciste "nada", y lo disfrutaste? No nos perdamos lo mejor de la vida con prisas que no nos llevan a nada positivo. El tiempo es finito , sí, pero al vivirlo sin prisa, se expande. No lo desperdiciemos cor...

La utilidad como condena.

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¿Qué valor tiene una vida que ya no produce? En una esquina del tiempo, los relojes se derriten. Observa La Persistencia de la Memoria de Salvador Dalí : relojes blandos, vencidos por el calor, incapaces de cumplir su función. Nadie los necesita. Nadie los consulta. Han perdido su propósito. ¿Y si eso también nos ocurre a nosotros? El precio de no servir En algún lugar, no lejos de donde lees esto, alguien fue despedido de su trabajo. Algún anciano fue desterrado a una casa de retiro. Algún esposo o esposa fue abandonado porque perdió su salud. ¿Qué tienen en común todos estos casos? Estas personas ya no son útiles . Ya no producen . Ya no cuentan . ¿Cruel? Sí. Y sucede todo el tiempo. Vivimos en una sociedad que mide el valor human o en función de su productividad . Si no tenemos un propósito económico, si no ayudamos a que alguien más produzca, estamos condenados al olvido . No siempre fue así Incluso hay evidencia arqueológica de que los ...

Cajones llenos, manos vacías.

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¿Cuántas servilletas de tela caben en una vida? En los cajones, los días se acumulan como objetos que ya no usamos . Llenamos nuestras casas de demasiadas cosas . Vamos por la vida recogiendo objetos inútiles , redundantes . ¿Qué emociones acumulamos junto con los objetos? ¿Qué memorias se adhieren a lo que no usamos? Nos molestamos si alguien nos tira algo. Nos aferramos. Teniendo cosas que podrían servirle a alguien , elegimos tenerlas ahí: paradas, recogiendo el polvo de los días . Recientemente falleció una anciana que conocí, y mientras limpiaban su casa, su familia encontró 80 servilletas de tela en un cajón. ¿Ochenta? Se usaban en Navidad y Año Nuevo , y ni siquiera se usaban todas. En sus armarios había ropa nueva , aún con etiqueta. También ropa de cuando “era joven” y ropa de su difunto marido . Sin embargo, ella no se pudo llevar nada de eso. En la muerte estamos desnudos y sin posesiones de ningún tipo. Y si nos enterraron con algo, no sirve d...

La Balanza y el Abismo.

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Cuando el corazón pesa menos que una pluma. Un juicio sin testigos, una balanza que no perdona. Este relato no busca respuestas, solo abrir la puerta al ruido que se acerca. El arcángel San Miguel extrajo del pecho de Facundo Urquiza su corazón . Una operación indolora, aunque impactante, y lo puso en una balanza contra una pluma de avestruz. Facundo vio con horror cómo la pluma pesaba más que aquella cosita ennegrecida. El rostro del ángel se tornó severo. —¿O sea que de nada sirvieron todos los cheques para la caridad que expedí? ¿Haber ido a misa todos los domingos? ¡Las aves y sus plumas pertenecen a jaulas! ¡Exijo otro juicio ! Se abrió un abismo y de él surgió un ruido aterrador que se escuchó cada vez más cerca... Autor: Ana Piera Si alguna palabra te resonó puedes dejarme un comentario más abajo, o si quieres suscribirte o compartir algo tuyo puedes...

Cotidianeidades que nos adormecen.

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🌧️ Una reflexión desde Xalapa. El asombro del inicio. Ayer hablaba de las cotidianeidades que nos sostienen y hoy miré ese concepto de forma algo diferente:  Hace dos años llegué a vivir a Xalapa , en el corazón húmedo de Veracruz . Recuerdo mirar la ciudad con ojos nuevos, como quien descubre el mundo por primera vez. Mi mirada era la de los niños: todo me asombraba. Las calles, los árboles, los lagos. Venía de Querétaro , tierra de semidesierto, y el contraste fue inmediato. Xalapa me pareció un lugar templado en todos los sentidos: en su clima, en su vegetación, en su ritmo. Cada recorrido era una pequeña aventura. Cada rincón, una promesa. El paisaje se desplegaba como un libro abierto, y yo lo leía con entusiasmo. Cuando lo cotidiano se vuelve invisible Con el tiempo, esos recorridos se volvieron rutina. Las calles dejaron de sorprenderme. No es que haya dejado de apreciar la belleza de esta ciudad, pero ya no la miro con la misma frescura. Lo que antes era desc...

El Eco de lo Cotidiano.

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Transitamos por el mundo sobre un andamiaje de cotidianeidades. Cosas aparentemente pequeñitas, pero que sin ellas sentiríamos que «algo nos falta», que nos sostienen cuando las cosas no están muy claras. En mi caso es prepararme un capuchino. Tengo una máquina de segunda mano Breville que los hace muy buenos. El ritual de pesar los granos de café: 18 gramos para obtener un espresso doble, colocar el café molido en el porta-filtro, compactar correctamente para que la extracción sea buena. Luego espumar la leche hasta que quede una espuma suave y sedosa, verterla en la taza sobre el cremoso espresso. Añadir canela. ¡Mmmmhh! Es un verdadero placer y algo que me ayuda a iniciar las mañanas. Ver mis plantas es otra cosa que me alegra, asegurarme de que no les falte nada implica acciones que se convierten en verdadera terapia: hidratarlas, abonarlas, podarlas... pueden salvar un día difícil. Asomarme a una ventana para ver un par de pajaritos que hacen su v...