La Balanza y el Abismo.
Cuando el corazón pesa menos que una pluma.
Un juicio sin testigos, una balanza que no perdona. Este relato no busca respuestas, solo abrir la puerta al ruido que se acerca.
El arcángel San Miguel extrajo del pecho de Facundo Urquiza su corazón. Una operación indolora, aunque impactante, y lo puso en una balanza contra una pluma de avestruz. Facundo vio con horror cómo la pluma pesaba más que aquella cosita ennegrecida. El rostro del ángel se tornó severo.
—¿O sea que de nada sirvieron todos los cheques para la caridad que expedí? ¿Haber ido a misa todos los domingos? ¡Las aves y sus plumas pertenecen a jaulas! ¡Exijo otro juicio!
Se abrió un abismo y de él surgió un ruido aterrador que se escuchó cada vez más cerca...
Si alguna palabra te resonó puedes dejarme un comentario más abajo, o si quieres suscribirte o compartir algo tuyo puedes dejarme una
carta aquí ✍️
.
Un abismo descorazonador. Quizás esa pluma pesa más de lo que creemos. Preciosas letras Ana, me encantó la prosa. Un abrazo
ResponderEliminarMe hace feliz que te haya gustado. Gracias por pasarte a este espacio. Saludos.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarLimosnas y misas. Apariencias. En saludo por la mañana, una despedida por la tarde, una ayuda desinteresada, una conversación necesaria... pequños actos cotidianos que cuestan poco y dan mucho. Esos corazones son los que al final vuelan alto.Corto pero dice mucho.
Coincido, son los gestos pequeños hacia los demás los que cuentan. También puede haber gestos grandes pero no publicitarlos, ahí ya se trata de ego y no de ayuda desinteresada. Gracias por pasarte.
Eliminar