Cotidianeidades que nos adormecen.
🌧️ Una reflexión desde Xalapa.
El asombro del inicio.
Ayer hablaba de las cotidianeidades que nos sostienen y hoy miré ese concepto de forma algo diferente:
Hace dos años llegué a vivir a Xalapa, en el corazón húmedo de Veracruz. Recuerdo mirar la ciudad con ojos nuevos, como quien descubre el mundo por primera vez. Mi mirada era la de los niños: todo me asombraba. Las calles, los árboles, los lagos. Venía de Querétaro, tierra de semidesierto, y el contraste fue inmediato. Xalapa me pareció un lugar templado en todos los sentidos: en su clima, en su vegetación, en su ritmo.
Cada recorrido era una pequeña aventura. Cada rincón, una promesa. El paisaje se desplegaba como un libro abierto, y yo lo leía con entusiasmo.
Cuando lo cotidiano se vuelve invisible
Con el tiempo, esos recorridos se volvieron rutina. Las calles dejaron de sorprenderme. No es que haya dejado de apreciar la belleza de esta ciudad, pero ya no la miro con la misma frescura. Lo que antes era descubrimiento, ahora es tránsito. Lo que antes era asombro, ahora es costumbre.
A veces pienso que la cotidianidad nos sostiene, sí, pero también nos adormece. Nos da una especie de ceguera de taller, como si el alma se acostumbrara demasiado a lo que ve y dejara de mirar.
Recuperar la mirada
Hoy me detuve. Volví a observar. Y me di cuenta de que Xalapa sigue siendo ese lugar lleno de humedad y vida, solo que yo había dejado de mirar. Tal vez el reto está en aprender a ver de nuevo, incluso lo que ya creemos conocer.
Invitación al lector
¿Te ha pasado algo similar?
¿Hay lugares, personas o rutinas que antes te asombraban y hoy apenas notas?
Gosto dos blogs assim, como este. Parabéns.
ResponderEliminar¡Muito obrigado!
ResponderEliminarCambiar la mirada... Tal vez Ana, en ocasiones sea una manera de seguir con tu día a día mirando, observando desde otra perspectiva para no adormecerse en la cotidianidad. Un abrazo
ResponderEliminar